Autismo y concientización – La incómoda carta que llama a las cosas por su nombre

Autismo-fita3Inés Estévez es una actriz y directora argentina, madre de dos niñas. El 2 de abril, día mundial de la concientización sobre el autismo, publicó en su cuenta de Facebook la carta que aquí transcribimos. Una carta fuerte, en la que, con la autoridad que le da ser madre de una niña con una condición madurativa compleja, sostiene que no es la semántica lo que nos hará avanzar en la inclusión, sino el reconocimiento de las diferencias. 

2 de Abril
Hoy también es el día de la Concientización sobre el Autismo, y como es útil mencionarlo, aprovecho para trasmitir lo siguiente: me está matando un poco aquello de «no digas autista, es una persona con autismo». Equivale a decir «no digas actriz, es una persona que actúa», o «no digas mujer, es una persona con vagina». Aclaro que tengo una hija que no es autista, pero tiene una condición madurativa tan compleja como eso. Quizá mayor, porque es inclasificable. Es decir, no hay manual que acompañe el caso.
Desde este conocimiento del asunto, digo que modificar la semántica no mejora necesariamente la conciencia de convivencia con todo y todos aquellos que son diferentes.
Me desespera cuando escucho «no son indígenas, llamémoslos pueblos originarios» mientras los cagan a palos en el Impenetrable, o cuando dicen «no tienen una incapacidad sino capacidades diferentes». Mierda, todos tenemos capacidades diferentes. Todos SOMOS diferentes. Mi hija tiene la incapacidad de hablar y está por cumplir 6 años, es incapaz de comer, hacer pis, beber, taparse y destaparse en la cama o sacarse los zapatos por sí sola. No puede decirnos cuando tiene hambre o frío o le duele algo. Somos tremendos necios si no aceptamos que tiene una incapacidad.
Ahora resulta que no se dice. Pero si no fuera por el Jardín de los Cerezos, ella no podría haber ingresado en una institución educativa común porque tenía 3 años y medio y no caminaba ni hablaba ni sabíamos cuánto comprendía. Y le hizo y le hace genial interactuar con chicos que no tienen incapacidad.
No se dice «discapacitado», pero tres colegios especiales diseñados para chicos «con capacidades diferentes» la rebotaron porque no entraba en ninguna de las patologías que allí se manejaban: no es hipoacúsica, no es autista, no tiene parálisis cerebral, no tiene TGD.
Otro ejemplo que me enerva es cuando el Ministerio cambia los nombres de los niveles educativos, pero los maestros y profesores cobran miserias y muchos siguen sin tener idea de pedagogía y formación. La forma no mejora el fondo.
En fin. Dejémonos de joder. Seamos compasivos, no utilicemos denominaciones a manera de insultos, no estigmaticemos. Pero mas allá de apoyar las proclamas para llamarlos de un modo adecuado, hay que ocuparse de lo que vale: reconocer esas minorías, aceptarlas, incluirlas.
Aquello de «ese nene tiene problemas, no lo mires que se va a sentir incómodo»…. Craso error. Miralo, tocalo, acercate, interactuá. Para él vos también sos raro. Pero en definitiva si le gritás va a llorar, si lo acariciás te va a dar un beso, si le hacés un chiste se va a reír, y si querés -y él también quiere- pueden jugar juntos un rato.
«Es un chico igual a todos» es mentira. No es igual. Nadie es igual a nadie.
«LA VERDADERA IGUALDAD, PRESUPONE EL RECONOCIMIENTO DE LAS DIFERENCIAS».
Incluí. Compartí. Observá. Comprendé.
Por una mayor conciencia de la realidad del diferente.
Por una mayor conciencia del Autismo.

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