La muerte de George Michael nos tomó por sorpresa: 53 años eran demasiado pocos. Su partida hizo llorar a miles en el mundo.
Pero él no sólo dejó su música.
Desde el momento mismo de saberse la noticia, tuits y mensajes empezaron a dar a conocer una faceta que él mismo se había encargado de no hacer pública: la de donante y filántropo anónimo.
Su generosidad de bajísimo perfil era conocida por varias organizaciones, y los niños parecen haber sido una de sus preocupaciones recurrentes.
El presidente de Childline -una organización de ayuda telefónica y online a niños- contó que George había donado millones. “Desde hace años ha sido el filántropo más extraordinariamente generoso. Pero no quería bajo ningún concepto que esas donaciones se hicieran públicas, así que nadie fuera de la organización sabía cuánto había donado a los niños más vulnerables».
Por su parte, Mick Brown, un DJ radial que colaboraba en un programa de recaudación de fondos, contó que cada Pascua Michael llamaba a las 15:30 al programa que hacía al aire con Chris Tarrant para Help a London Child, y donaba 100.000 libras.
Algunas de sus donaciones en música ya eran conocidas. Además de cantar con Band Aid el éxito “Do They Know It’s Christmas?”, él y su compañero en Wham!, Andrew Ridgeley, donaron todas las ganancias de su concierto “Last Christmas” para combatir el hambre en Etiopía. Y lo recaudado por él con “Don’t Let The Sun Go Down On Me”, su dúo con Elton John, fue para el Aids hospice London Lighthouse y Rainbow Trust children’s charity.
El Terrence Higgins Trust, de lucha contra el SIDA, también fue testigo de la generosidad de Michael. “Sus donaciones contribuyeron a generar una imagen en la que las personas con HIV pueden llevar vidas sanas, libres de prejuicios y discriminación. Gracias a su legado estamos más cerca de ese mundo y sumamente agradecidos por su apoyo y amistad a través de los años.» comentaba Jane Barron, de esa organización
Pero el cantante llegó más allá. Fue voluntario en un refugio en Londres, y dio un concierto gratis para las enfermeras que cuidaron a su madre al morir. Y en 2011 regaló 1000 entradas al personal del hospital AKH en Viena, donde estuvo internado con neumonía.
A lo largo de su vida y su carrera, George Muchael colaboró con muchas otras asociaciones, como la Cruz Roja o una organización de padres de niños con Talasemia, una enfermedad de la sangre.
En el año 2000 hizo algo enorme: compró por 1.450.000 libras el piano en el que John Lennon había compuesto Imagine y luego lo donó al museo de la historia de los Beatles en Liverpool, para que estuviese siempre en la ciudad natal de Lennon.
Su ejemplo nos hace pensar que quizás, como él, haya muchos otros donantes anónimos haciendo de este un mundo mejor.